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Imagen de Ibrahima Diaw

Ibrahima Diaw

Tiene 29 años. Es un pescador de Saint-Louis, en Senegal, que dejó allá a su mujer, su niña y su niño. Un marinero amigo suyo le prestó dinero que no le ha podido devolver. Es difícil competir con la alta tecnología de la flota pesquera china, con lo que apenas percibe ganancias. Tras recibir varias amenazas por parte de su amigo, este utilizó un cuchillo para intimidarlo. Ibrahima corrió y se escondió. Esa misma noche se subió en una patera. El patrón lo intentó arrojar al agua, pero Ibrahima negoció para que le permitiera quedarse. Pasó nueve días en el mar junto a 122 personas.

 

De eso hace siete meses, entre los que ha estado retenido en un hotel en Costa Adeje y en Las Raíces. Pretende ir a Barcelona para trabajar ya que su objetivo es saldar su deuda y quedarse en paz. Su hermano también cogió una patera y está en el campamento. Sin embargo, Ibrahima quiere resolver sus asuntos por sí mismo. Su madre no pudo aguantar las tensiones de tener un hijo bajo peligro y sufrió un problema cardíaco del que no salió, hace un mes. Si no le conceden el asilo político a Ibrahima y regresa a Senegal sin el dinero para pagar su deuda, no habrá paz para él y su familia.

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Tiene 29 años. Es un pescador de Saint-Louis, en Senegal, que dejó allá a su mujer, su niña y su niño. Un marinero amigo suyo le prestó dinero que no le ha podido devolver. Es difícil competir con la alta tecnología de la flota pesquera china, con lo que apenas percibe ganancias. Tras recibir varias amenazas por parte de su amigo, este utilizó un cuchillo para intimidarlo. Ibrahima corrió y se escondió. Esa misma noche se subió en una patera. El patrón lo intentó arrojar al agua, pero Ibrahima negoció para que le permitiera quedarse. Pasó nueve días en el mar junto a 122 personas.

De eso hace siete meses, entre los que ha estado retenido en un hotel en Costa Adeje y en Las Raíces. Pretende ir a Barcelona para trabajar ya que su objetivo es saldar su deuda y quedarse en paz. Su hermano también cogió una patera y está en el campamento. Sin embargo, Ibrahima quiere resolver sus asuntos por sí mismo. Su madre no pudo aguantar las tensiones de tener un hijo bajo peligro y sufrió un problema cardíaco del que no salió, hace un mes. Si no le conceden el asilo político a Ibrahima y regresa a Senegal sin el dinero para pagar su deuda, no habrá paz para él y su familia.