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Imagen de Aziz Bassbassi

Aziz Bassbassi

Es natural de la región de Juribga, en Marruecos. Tiene 43 años y ha trabajado como agricultor, albañil y panadero en su país natal. Sin embargo, las condiciones allá son tan difíciles que es la segunda vez que migra en patera.

La primera ocasión fue en 2003, cuando partió del Sáhara y en dos días llegó a Fuerteventura. Después tomó un barco a Lanzarote para poder coger un avión hacia Madrid. Su destino final era Almería. Fue el primer lugar en el que encontró un trabajo y allí permaneció durante 7 años. Málaga, Alicante, Jaén y Lleida fueron otras zonas a las que también se dirigió para hacer las temporadas agrícolas.

Sin embargo, estos ciclos se interrumpieron cuando en 2018 su padre murió y regresó a Marruecos para velarlo y acompañar a su familia. A pesar de tener papeles de trabajo en España, le impidieron montarse en el avión. Perdió tres pasajes con ello y luego aumentaron los obstáculos debido al Coronavirus.

Le tocó volver a tomar otra patera. Volver a poner en riesgo su vida. Y todo por, algún día, poder vivir con tranquilidad en Marruecos, con sus seres queridos o quizá tener la libertad de entrar y salir de su país sin que lo retengan más.

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Es natural de la región de Juribga, en Marruecos. Tiene 43 años y ha trabajado como agricultor, albañil y panadero en su país natal. Sin embargo, las condiciones allá son tan difíciles que es la segunda vez que migra en patera.

La primera ocasión fue en 2003, cuando partió del Sáhara y en dos días llegó a Fuerteventura. Después tomó un barco a Lanzarote para poder coger un avión hacia Madrid. Su destino final era Almería. Fue el primer lugar en el que encontró un trabajo y allí permaneció durante 7 años. Málaga, Alicante, Jaén y Lleida fueron otras zonas a las que también se dirigió para hacer las temporadas agrícolas.

Sin embargo, estos ciclos se interrumpieron cuando en 2018 su padre murió y regresó a Marruecos para velarlo y acompañar a su familia. A pesar de tener papeles de trabajo en España, le impidieron montarse en el avión. Perdió tres pasajes con ello y luego aumentaron los obstáculos debido al Coronavirus.

Le tocó volver a tomar otra patera. Volver a poner en riesgo su vida. Y todo por, algún día, poder vivir con tranquilidad en Marruecos, con sus seres queridos o quizá tener la libertad de entrar y salir de su país sin que lo retengan más.